El viaje lo hice gracias a un bus que me trajo de Pereira, en un trayecto más largo de lo presupuestado, que había tenido a todos mis amigos de la organización preocupados pues la ruta significaba pasar por sitios donde la guerra estaba furiosa. La presencia de tantas cajas al comienzo y luego los juguetes que estaban a la vista pues se decidió a partir del segundo viaje de la avioneta que salía del aeropuerto de Pereira, que no se debería seguir cargando el cartón que servía de empaque, pero era "peso muerto". Entonces en la pista de parqueo del aeropuerto aparecieron muñecas, carros a control remoto, pinzas para el pelo, juegos infantiles de maquillaje, llaveros, herramientas, zapatos, sin empaque, que fuimos cargando en los viajes sucesivos a Quibdó en una avioneta pequeña que si bien resultó barata, no fue la más económica, pues en una bodega del aeropuerto se quedó una gran cantidad de elementos, en especial las herramientas y también una romería de cosas que vieron los niños del barrio de Quibdó a donde fueron llegando todas esas fantasías.
Mis colegas de organización, tuvieron tiempo de ir organizando en Quibdó en la casa que se dispuso todos los elementos que se recibieron de la organización del Estado que se encarga de organizar, adjudicar y distribuir los elementos que nos informaban había sido decomisado a los contrabandistas.
Esto significa un beneficio para quienes a la postre recibieron estas cosas no pedidas por ellos, pero le sirve de paliativo, no importa que el líder del grupo le dijera a sus amigos, que eso era su donación, “chicaniando” con lo ajeno. Es un negro fantoche, que llegó cansado y tal vez con alguna envidia por mi éxito con los niños en el ejercicio de la distribución de esos elementos en especial a niños que fueron convocados por líderes comunales en ese caserío al que me llevaron de avanzada.
Al llegar a la casa dispuesta, se notó que en el día anterior mientras yo viajaba desde la ciudad de Pereira hasta Quibdó, mis amigos les había distribuido regalos a los vecinos de la cuadra, y claro al vernos llegar nos saludaron con reverencia pidiendo que les diéramos alguna “binchita”, como decía una negrita de unos siete años, cubierta con un vestido que apenas la cubría, pues estaba descocido y raído. Ella parecía venir de lejos. Quien sabe de que barrio, a donde llegó la voz que había una casa, llena de juguetes para los niños.
Esto significa un beneficio para quienes a la postre recibieron estas cosas no pedidas por ellos, pero le sirve de paliativo, no importa que el líder del grupo le dijera a sus amigos, que eso era su donación, “chicaniando” con lo ajeno. Es un negro fantoche, que llegó cansado y tal vez con alguna envidia por mi éxito con los niños en el ejercicio de la distribución de esos elementos en especial a niños que fueron convocados por líderes comunales en ese caserío al que me llevaron de avanzada.
Al llegar a la casa dispuesta, se notó que en el día anterior mientras yo viajaba desde la ciudad de Pereira hasta Quibdó, mis amigos les había distribuido regalos a los vecinos de la cuadra, y claro al vernos llegar nos saludaron con reverencia pidiendo que les diéramos alguna “binchita”, como decía una negrita de unos siete años, cubierta con un vestido que apenas la cubría, pues estaba descocido y raído. Ella parecía venir de lejos. Quien sabe de que barrio, a donde llegó la voz que había una casa, llena de juguetes para los niños.
El bullicio era gigantesco. Eran muchos niños y jóvenes que reclamaban se les diera algún regalo. El líder del grupo con suficiencia y presumiendo que yo acataría su instrucción eficientemente, me ordenó que despachara todos los participantes del tumulto que se había organizado espontáneamente en le frente de la casa, después que alguno sin proponérselo rompió uno de los vidrios de la ventana, que permitía ver desde afuera que sucedía dentro de la casa.
Salí a la puerta y miré el cielo oscuro que presumía lleno de nubes como es lo normal en esta región de Colombia, pero unos días atrás Willis, me había dicho que Quibdó disfruta de un verano asoleado de aproximadamente cinco días al año. Era la época. Y no muy lejos de allí existe un sitio que se llama Tutunendo, en donde se ha registrado unos niveles de lluvias tales que se considera el primero en el mundo.
Salí a la puerta y miré el cielo oscuro que presumía lleno de nubes como es lo normal en esta región de Colombia, pero unos días atrás Willis
Gabriel Eduardo Cortés Rincón
http://pwp.etb.net.co/fdrojas/Ciudades/Quibdo.htm